domingo, 17 de enero de 2016

Sweet dreams are made of this,

La oscuridad inunda toda la habitación, como si esta hubiese sido colocada en un mundo a parte, uno que haya sido creado a partir de los primeros renglones de algún ser superior, unos que después fueron desechados ante tal penumbra y distorsión. Ningún mundo a parte puede describir la falta de oxígeno que poseía este, ningún mundo a parte podía quitar los pensamientos como este, aunque no existía ningún mundo a parte que no te llevase a ese.

La sábana hasta los ojos, nadie querría ver el espectáculo de sombras que se produce fuera de esa pequeña zona de confort con olor a todo tipo de flores y pequeños colores que se vislumbran, algunos que deciden crear una lucha ante la penumbra sin importarles cómo puedan acabar tras esa noche, ya que muchas veces llegué a pensar que nadie saldría de aquella zona, ni siquiera esos pequeños valientes colores.

Cada vez que se veía alguna ligera luz, intentaba que la sábana me protegiese, cambiase de forma y material y aunque fuese inútil sirviese de escudo para todo lo que se mostraba fuera y dentro, que ese pequeño trozo inservible me protegiese la vida que pendía de esos pequeños sonidos exteriores y se hacia un ovillo ante él, para que no se marchitase, que no se fuese lejos los últimos minutos antes de que viniesen para que me despidiera de ella.

Tras varias horas comenzaba la madrugada, con los sonidos cada vez más claros y tenues, unos que perfectamente en morse y cualquier otro idioma podían decirme qué pasaría momentos después, como si estuviesen de mi parte o por lo menos quisiesen avisarme con un quejido suave. Ya nada daba miedo, ya nada podía decirme a donde iba sin adelantarse a esos cuatro golpes lastimeros contra el cristal de la ventana que me pedía perdón por lo que me pasaría.

Las tres. Ligera luz de rendija se abre paso haciendo que ese pequeño mundo a parte existiese entre las sombras y tras cuatro pasos fuertes y secos detrás de mí, se hundió ligeramente el colchón, poco a poco, como si no tuviese prisa porque aún era pronto.

La mano más fría me comenzó a acariciar la mejilla que asomaba ligeramente de la sábana, esa que dejó de oler a flores o cualquier otro ser natural y se hizo rígida ante mi piel, habiéndose convertido en el material más duro y oscuro como yo quería, pero en lugar de protegerme se había convertido en mi enemigo.

-Los sueños más dulces están hechos de esto.

Cada palabra me ahogaba más, cada toque con esa mano fría me helaba un poco más, cada respiración que notaba poco a poco más cerca mía me hacía hundirme en un sueño cada vez más profundo, y como esa voz dijo, más dulce.

La oscuridad inundaba toda la habitación, como si ese ser superior hubiese decidido que yo tenía que pasar de un mundo de oscuridad a uno que no tuviese luz, uno donde ya no habría más sonidos y mi sábana se hubiese convertido en ataúd.


1 comentario: