sábado, 19 de octubre de 2013

Los sábados del séptimo arte.

Tenéis razón, no todas las historias son bonitas.
Algunas porque los dos protagonistas, se empeñan en vivir con el amor imposible. Para tirarlo sobre una cama todas las noches para llorar en el sofá.
Hay unos cuantos que deciden vivir solos. Con la única pega que cada día, de noche, y de madrugada, se imaginan su vida completa con algún perrillo maltés, o cafeinado. Ya que tener una persona le parece demasiado sufrimiento.
También existen las que planean su vida, para que luego todos los domingos, con su nuevo plan de la semana, quieran comerse de arriba abajo a alguien. Pero entre la estrechez de sus camisas, y la pulcritud de su maletín no se lo permite.
Existen tal vez las que quieran vivir en algún sitio en libertad, algún pico que de decirlo tan rápido se haga hasta poético, Picoltejo, Pico-l-tejo, Picol-tejo. Aunque luego, solo lo piensan, y lo marcan en el calendario. En algún día bonito, algún veintisiete de junio o dos de abril.
Quizás, y en minoría, quien vive en la mala vida, soñando con llevar vestidos bonitos y dos niños con camisa a juego. Mientras que lo único que tiene a juego son los cigarrillos de después.
Otras simplemente se empeñan en colarse en una historia de best-seller cuando lo suyo es el cine.
Y en este último grupo es donde estoy yo.

Que a mi me gustaría meter al del maletín ordenado con la chica de los cigarros a juego y llevarlo a ese pico tan bonito para poder pensar en los niños con la camisa a juego. Y luego con una cámara desde arriba ir haciendo la instantanea más pequeña hasta que se ponga la pantalla en negro, y salga mi nombre en la pantalla como director, no estrella, ni estrellado, simplemente director de cine.
Pero mientras sirvo las palomitas que todos se acaban antes de que salga el nombre del director de la peli, que seguramente no hayan visto por haberse llevado a su pareja al cine.

Pobre séptimo arte.

Yo pongo las palomitas saladas, dulces, con mantequilla, sin nada de sal, y las de "póngale mucha sal", de esas también, junto a la coca-cola, fanta, agua, o zumo para el pequeño. Y como propina una sonrisa para que a ver si así el karma pueda dejarme hacer la película que vayan a ver ellos. Pero no, todavía se ve que no va por mi nombre en la lista.

Aunque, no todo es malo, es como una variante de ese sueño casi imposible, entras a veces y ves a los niños con sonrisas viendo a su héroe como salva a la chica guapa, o a sus padres o hermanos en la sala de al lado llorando, porque la chica le quiere, a pesar de una hora y media de sufrimiento, y "esta chica es tonta". O cumpliendo su amor con el "amigo cercano", agarrándose bien fuerte del miedo, en una película, que no verías si no estuviese él.
Eso es vida, además de mis sábados con las palomitas.

Sé que está prohibido, por eso contaré esta pequeña trampa rápido, y haré que os olvidéis de mi y no me volváis a ver.

Los sábados son maravillosos. Hay gente y parejas o familias dispuestos a comprar palomitas y disfrutar de este buen arte, y de vez en cuando, (por no decir de mucho en cuando), escribo una frase, alguna de mis guiones en los cubos de palomitas, para ver que piensan, o ver que cara se les pone.
Algunos ni la leen, otros preguntan de qué película es, para poder verla, y si se estrenará pronto.
Yo siempre digo que lo más pronto que se pueda.
Y eso quiero, y, por ahora, no cuento más, hoy es sábado, y esto está lleno de caras llenas de palomitas con manitas chiquititas con entradas. Hoy toca hacer feliz, "Hoy es un buen día para saludar al cielo y decirle a los de ahí arriba que gracias por sonreír tanto, y hacer el cielo más azul, y la vida más bonita".
Os prometo que esa frase estará en una película que vayáis a ver pronto.

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