sábado, 27 de diciembre de 2014

Gracias por todo Eros.

Absolutamente no sé que sería sin ti.

Sin tu risa, sin tu delirio, sin tus manos frías y pies calientes, sin tu boca fina que marca una sonrisa sin final, sin tus ojos miel entrecerrados pícaramente para dejarme un poco tonta. Sin ti.

Absolutamente no sé que sería sin tu manía de darme sustos por el placer de consolarme después, conmigo enfadada y notando tus grandes manos rodeándome, haciéndome sentir pequeña,  haciendo que piense que valgo algo. Ese algo tuyo que hace que incluso que el hielo sea oro.

Añoro (incluso teniendo los momentos) en donde la tontería del día marca un antes y un después, junto con la canción del día elegida y obligada a ser un repeat en mi cabeza, uno donde tu voz suena definida por las semanas que pasen. Un poco de ti diario sazonado con esa pica de cordura loca que me vuelve del revés.

Mis lágrimas incluso tienen su finalidad ahora. Antes eran un bello movimiento que se hacia sin pensar, era la característica de la niña de las letras, la que lloraba más que escribía pero seguía diciendo que menuda puta esa de la poesía. Antes mis lágrimas valían lo mismo que el tiempo que perdía en ellas.
Ahora esa maldita acción viene acompañada de los abrazos mejor creados de todo el maldito cosmos, porque podría apostar que incluso él siente envidia. Tú de chico protector. Tú impidiendo que nadie me rompa. Tú uniendo mis pedazos rotos. Tú por encima de todo.

Por lo que gracias. Gracias por quereme. Gracias por tenerme. Gracias por prometerme algo de lo que nadie me había hablado nunca. Gracias por completar la otra mitad de mi puzzle Eros.


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